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CÁTEDRA DE CULTURA GALLEGA, CENTRO LUCENSE DE BOS AIRES (1957)
El titular de ésta en el corriente año, doctor ALBERTO VILANOVA RODRÍGUEZ, efectuó su disertación periódica el día 14, en nuestra sala de conferencias.
Se ocupó en primer término de las hipotéticas incursiones de los fenicios y los griegos en Galicia.
LOS FENICIOS
LOS GRIEGOS
En cuanto a los griegos, afirma que también resultaba dudosa su estancia en Galicia, por tres razones: la primera porque no se habla de ellos hasta después de la conquista romana; la segunda porque cuando se los menciona sólo se hace referencia a personajes fabulosos y la tercera porque tampoco han quedado vestigios que lo demuestren.
LOS ROMANOSEntró luego a considerar la influencia de ese pueblo en los once siglos durante los cuales dominó a la península y destacó que nuestra región fue, con los cántabros, la más difícil de someter, por obra de Viriato (que según la opinión de muchos era gallego) y del espíritu aguerrido de las huestes del noroeste que siempre lucharon por mantener su libertad.
Quien logró vencer a los gallegos fue Décimo Junio Bruto, por el año 137 a. C., pero no antes de sostener tres grandes batallas en distintos frentes. Ello le valió el título de "Callaico" (galego), que le dieron en Roma por sus victorias. Del asedio a Zinnania se conserva la célebre respuesta que dieron los naturales cuando dijeron que "habían recibido de sus mayores hierro para defender su libertad, pero no oro para comprar a un general avaro". Los reduce nuevamente mandando a Galba con su escuadra y por tierra a los generales Caruntio, Antistio y Firmio. Acosados los naturales fueron internándose en las montañas hasta verse reducidos a la cima del Monte Medulio donde cercados, prefirieron sacrificarse unos a otros antes que entregarse al enemigo.
Con este episodio heroico, similar a los de Sagunto y Numancia y la rendición de los cántabros, termina por afianzarse la hegemonía de los romanos. Viene después la estructuración política con las divisiones de Caracalla primero y Diocleciano más tarde.
Aquí empieza a tener verdadera importancia Lugo, a la que se le da el más alto de los títulos, Augusta. Viene la era de las grandes obras públicas que aún perduran como pruebas elocuentes del enorme adelanto que traía la nueva civilización: murallas, como la de nuestra capital que aún se conserva, puentes como los de Orense, Monforte y muchos otros, vías de comunicación con todas partes, calzadas principales y secundarias, termas, desagües, etc.
A esto se sumaron los dos grandes legados espirituales: El Idioma y el Derecho. El primero fue imponiéndose lentamente y se transformó en la dulce lengua que tanto influjo ha tenido en la península en el medioevo, aunque oficialmente siguiera usándose el latín. El segundo fue también fácilmente asimilado por el pueblo gallego porque sus bases: vivir honestamente, no dañar a nadie y dar a cada uno lo suyo, condecían perfectamente con el carácter del hombre de nuestra tierra, que aún tiene un fino sentido del espíritu de la justicia.
EL CRISTIANISMO
Con la aparición del cristianismo se funden en un ideal supremo, el panteísmo romano y el céltico, avanzando así con mayor facilidad la romanización al punto de producirse la curiosa coincidencia de que sean tres gallegos las primeras figuras de la civilización occidental. El emperador Teodosio, el papa San Dámaso y el más célebre de los heresiarcas, Prisciliano.
Pero no sólo ellos, sino también otros famosos artífices de la cultura romana, como Cayo Virio Frontón (lucense), Flavio Savino, Lucio Pompeyo Reburro, Paulo Orosio, Idacio, San Valerio, Etheria y el célebre Marcial de los epigramas eran gallegos.
CÁTEDRA DE CULTURA GALLEGA: conferencia de Alberto Vilanova. Centro Lucense de Bos Aires, Bos Aires, agosto de 1957
