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 PABLO PÉREZ COSTANTI (1957-58)

El 2 de Diciembre de 1857 nacía en Compostela este sagaz arquetipo de la investigación histórica. Pertenecía al meritorio Cuerpo de Archiveros, ese modesto e insigne grupo de laboriosos al que tanto debe el pasado de Galicia, hasta tal punto, que sin el aporte de estos beneméritos trabajadores, es posible que nuestra Historia, estuviese totalmente desconocida en nuestros días. El día que se haga recuento y valoración de sus tareas, Galicia habrá de rendirles el tributo de admiración y gratitud que se merecen. Bastaría citar los nombres de Villaamil y Castro, Martínez Salazar, Murguía, Barreiro, Álvarez de la Braña, etc., para rendirse incondicionalmente antes sus prodigiosos frutos.

Era hijo de un honrado Juez de Paz, D. Pablo Pérez Ballesteros, uno de los 25 nacionales que se hallaron con el infortunado coronel Solís en la acción de Cacheiras, por lo que ostentaba la Cruz de San Fernando. Otras personalidades ilustres figuran en su familia: su tío el gran humanista y director del Instituto de La Coruña, José Pérez Ballesteros, el malogrado poeta y periodista M. Calixto Ballesteros; el publicista y catedrático de las universidades de Santiago y Sevilla Dr. Francisco Constanti, e incluso aquí en la Argentina, nació en Santa Fe el Dr. Gerardo Constanti, hombre de ciencia y afamado orador.

En Santiago hizo los estudios  del bachillerato y más tarde en la Universidad inició los de Medicina que interrumpió para sentar plaza en el ejército, en donde sirvió como Brigada sanitario. Después de su licenciamiento militar, a pesar de los insistentes ruegos de personas que mucho le estimaban para que terminase sus estudios universitarios, desoyó a todos, ya que únicamente sentía la tentación de ser escritor.

Empezó por 1881, fundando en Padrón el periódico decenal humorístico “El Organillo”, teniendo por compañeros de redacción a quienes habían de ser después destacadas figuras de las letras y del periodismo como Eladio Fernández Diéguez, Fernando García Acuña y Javier Valcarce Ocampo. En otros periódicos como “La Prensa Gallega”; “Café con gotas! Y “Fray Benito” también colaboró; corresponsal de “La Voz de Galicia” de Coruña y de “La Capital” de Rosario de Santa Fe en donde publicaba una sección titulada “Ecos de Galicia”, y luego ya fueron pocos los diarios gallegos y algunos americanos que no se honrases con su siempre graciosa prosa, siempre ágil para dar color y vida a sucesos muy pretéritos, que en la pluma de otros investigadores se antojaba plúmbea, y en la de Constanti era siempre fresca y atrayente. Sus seudónimos “Saulo”, “Rosa Verde”, “El Bachiller Pérez” y “Pietro Borchini”, salpican todos los periódicos entonces, lo mismo suscribiendo la ironía zumbona y punzante de sus humorísticas semblanzas, que el esclarecimiento de tantos hechos hasta entonces inéditos en los archivos seculares.

Sus primeros escarceos paleográficos, los hizo bajo el magisterio capaz de su tío Tomás Ballesteros, que se encontraba en 1882 al frente del Archivo de la extinguida Administración de Bienes Nacionales del partido de Santiago. De aquí pasó a ponerse al frente del Archivo municipal de Santiago, al dejar este cargo Bernardo Barreiro, que pasaba a dirigir el de la diputación provincial coruñesa. La labor que Pérez Constanti desarrolló al frente del archivo compostelano, basta para consagrar el relevante prestigio de este archivero singular. Ordenó meticulosamente todos los protocolos que confusamente amontonados yacían en aquel local, dando lugar a que aquel ayuntamiento publicase su “Índice” en 1892.

Refiriéndose a esta ímproba labor, en que fueron clasificados entre protocolos y otros legajos, más de 5. 770 registros, mereció que un periódico local se expresase en estos términos justamente enconmiásticos: “La masa enorme de papeles que allí había en confuso montón, vese hoy perfectamente coleccionada. Pérez Constanti tuvo que restaurar hoja por hoja  y unir los antiguos e importantes documentos que existían, salvándoles de la vergonzosa pérdida a que estaban expuestos, formando tomos, los cuales constituyen riquísima colección. Si pacienzuda fue la labor clasificadora, más extraordinaria resulta la de formación de índices del inmenso número de volúmenes que se guardan  en el primer Archivo de Galicia. Los libros del  consistorio de cuatro centurias, las informaciones de nobleza y limpieza de sangre desde el siglo XVI, las actas de la Junta del Reino de Galicia, los bandos y proclamas, las ejecutorias, Reales provisiones, escrituras del Concejo, etc., etc., dan valor inestimable a este depósito, provisto como está cada libro de su correspondiente índice o resumen; trabajo que algún sabio juzgó, (se refiere a Gómez Moreno), considerándolo de los primeros de su género en España".

Asimismo ordenó la sección de protocolos que estuvo incorporada al archivo de la Catedral compostelana, y trabajó en muchos archivos de casas solariegas, habiendo hecho notables árboles genealógicos de algunas familias nobles de Galicia. Fruto de todas estas tareas fueron los trabajos publicados en el órgano de la Academia Gallega, dedicados a "Linajes Galicinos"; "Colegiales de Fonseca", y "Canónigos de Santiago". En la importante revista "Galicia Diplomática" que dirigió Barreiro, en el Boletín eclesiástico de Santiago" en el "Almanaque Gallego" que aquí en Buenos Aires publicaba Castro López, en "El Eco de Santiago", y en "La Voz de Galicia" de Coruña, dio a conocer multitud de aspectos históricos gallegos y que algunos de ellos habían de ser recogidos después en los tres tomos de sus apasionantes "Notas viejas galicianas" (Vigo, 1925-26). Hablando de esta obra el docto catedrático y escritor Dr. Pedret Casado, escribe en publicación reciente: "En la Historia desde los Reyes Católicos acá, única que cultivó, lo consideramos más interesante que cualquier otro historiador gallego. Nada se ha escrito tan exacto y preciso sobre la historia de la Audiencia de Galicia o de los gremios compostelanos, como los capítulos de las Notas viejas galicianas, y todo ello  aderezado con la gracia singular que rebosaba de la amplitud de su espíritu".

Conocedor el ayuntamiento de Santiago de las aptitudes de Constanti, acordaba en 1908 que su gran archivero escribiese un libro sobre "Santiago en la Guerra de la Independencia", relativos a la dominación francesa en la antigua capital de Galicia, coincidiendo con el centenario de tan extraordinario acontecimiento. No sabemos lo que pasó para que non llegase Constanti a publicar tal obra, pero sí sabemos  que fue por entonces alma e iniciador del estupendo Certamen Histórico que auspiciado por el municipio compostelano y coincidentes con tan señalada efemérides se celebró en Santiago, siendo uno de los Concursos literarios más fecundos de los celebrados en Galicia, y además hecho con una solvencia y seriedad, como no abunda en esta clase de justas culturales.

Constanti había concurrido también a esta clase de certámenes: en el literario de 1897 en Santiago, obtuvo un premio por la "Biografía del escultor Ferreiro" que publicó en folleto al año siguiente; en el Internacional de Zaragoza, de 1903, alcanzó el premio "Galicia", por su estudio sobre "Artistas que florecieron en Galicia durante el siglo XVI", y que había de ser más tarde base para su obra más lograda "Diccionario de artistas que florecieron en los siglos XVI y XVII", y que se puede considerar como una de las grandes obras gallegas de nuestro siglo, fruto de "una ardua labor investigadora realizada... durante algunos lustros... en archivos de Galicia, especialmente los notariales".

Aparte de sus colaboraciones en "Allgemeines Lexikon der Bildenden Künstter" de Leipzig, y en el Espasa, en donde redactó las papeletas alusivas a Compostela, empezara unos Apuntes históricos del periodismo santiagués, del que desgraciadamente no salieron más que unos cuantos cuadernos.

Fue de los miembros numerarios fundadores de la Academia Gallega, correspondiente de la Historia y San Fernando y había sido agraciado con la encomienda de Isabel la Católica, pero todos estos honores, no sirvieron para otra cosa que para herir su modestia, sin reparar ningún beneficio a quien como Constanti atravesó horas difíciles en su economía doméstica.

Sus últimos años, en que su salud se vio perturbada seriamente por una parálisis, agravada por las villanías cometidas en su Tierra durante la guerra civil, en que fueron sacrificadas tantas gentes que Constanti quería y admiraba, expiró en su querido Santiago, el 19 de septiembre de 1937.
Finalmente terminaremos esta apretada semblanza con una interrogante: ¿Haremos algo por honrar su memoria en la fecha del centenario?
ENVÍO: A mi querido y recordado compañero de tantas cosas Dr. Jesús Ferro Couselo, modelo  y orgullo del Cuerpo de Archiveros y ejemplar investigador de la historia de nuestra idolatrada tierra.

VILANOVA, A.: P. PÉREZ CONSTANTI, GALICIA EMIGRANTE, Ano V, Nº 32, Páx. 10-12. Bos Aires, 1957-58.
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