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 JOSÉ COSTA FIGUEIRAS (1955)

En Chantada, esa simpática y retozona villa lucense, pueblo noble y acogedor, ligado ya por siempre a mis mejores emociones espirituales, dejó este mundo el distinguido prócer de nuestras letras José Costa Figueiras el día 5 del pasado mes de junio. Sus últimos años mecidos en un ejemplar silencio, pues no quería ensuciar su pluma sometiéndola a una censura bajuna y deshonrosa, evitaron que al producirse su irreparable pérdida no se hayan enlutado las páginas de los periódicos con las debidas necrologías dolorosas con que se destacan los merecimientos de quienes desaparecen de esta tierra dejando tras sí la nítida estala de una obra limpia y sobresaliente.


Los que lo tratamos tan íntimamente sabemos de sus bondades y de su  linajudo porte intelectual. Era bueno y sencillo hasta la exageración. No tenía rencores ni maledicencia para nadie, como no fuera para los obstinados en el mal o para los valederos de las injustas causas. Sólo entonces su voz tenía los trémulos emotivos de la indignación para condenar a quienes estaban arruinando moral y materialmente a nuestra Tierra. Exento de envidias y de mala fe, sus elogios igual que sus condenaciones, poseían un sello de sinceridad y de nobleza como pocas veces vemos reflejados en el expreso sentimiento de otros hombres. Sus consejos eran de una delicadeza paternal que conmovía y sugestionaba, ¡tal era la dulcedumbre que ponía en sus palabras!

Recuerdo ahora con clara rememoración las horas en que convivií con él momentos tan preñados de esperanzas y a la vez de angustias pensando en el destino de la Patria y las posibilidades de nuestros ideales comunes. Su casa era su propia obra, (mejor dicho la faceta más interesante de su obra). Convertida en rico museo, constituía el recanto más encantador de la vieja villa chantadina. Rodeado de cuadros, esculturas, bargueños, bronces, marfiles, miniaturas en los materirales más diversos, que él había ido reuniendo con paciencia y gusto refinados, cobraban en sus sutiles explicaciones una valoración y un simbolismo difícil de transcribir. Allí estaban muestras de la escuela de Rubens y Murillo, las pristinas obras del escultor gallego Francisco Moure, perteneciente a su familia y cuya naturaleza chantadina defendió en una obra Costas Figueiras, que fue recomendada por el Centro Gallego de Buenos Aires al Lucence para que patrocinase su publicación, y que desearíamos ver confirmada prontamente en la realidad. No faltan las obras de Teniers, Coello Zurbarán, sin olvidar a los pintores contemporáneos españoles Pradilla, Fortuny, López Mezquita, Pla y los gallegos Llorens, Corredoira, Avendaño y otros. Porcelanas primorosas y relojes curiosísimos, sin olvidar libros raros, manuscritos y un sin fin de producciones del más exquisito espíritu artístico. Centrando siempre esta interesante colección aparece los muebles suntuosos que pertenecieron a la famosa Madame de Pompadour. El mismo Costa Figueiras explicó una vez cómo llegó a conseguir tan preciadas joyas a un periodista que le interrogó: "Cada una de las rarezas vistas por ustedes es la traducción de un minuto de mi vida informada por una curiosidad indomable. Las antigüedades, meta de mis rebuscas, han saciado mis ansias de belleza y han calmado mis inquietudes insaciables...".

En mi última visita a aquella casa, la hice acompañado por gallegos tan distinguidos como Ramón Otero Pedrayo y Domingo García Sabell, a quienes llevé para que saludasen  a tan insigne patricio y admirasen el fruto de una selecta búsqueda por las mansiones del arte. Mucho se habló y comentó en torno a tantas cosas henchidas de emocionados recuerdos, vividos en horas más felices de libertad y de entusiasmo creador. Más de una vez salió el nombre de Buenos Aires a relucir, llegando a constituir el eje de la conversación. No podía ser de otra manera. Mis ilustres acompañantes habían dejado ya la huella de su saber en sus visitas culturales a este país. Costa Figueiras había batallado aquí por la causa de Galicia, ya en la revista "Suevia" que había dirigido el ágil y malogrado periodista Joaquín Pesqueira, ya en "El Correo de Galicia", mientras Lence le supo dar un tono liberal, ya en la redacción de la revista "Rojo y Gualda". De este Buenos Aires brotó la inspiración para sus celebradas novelas "La sugestión de América" y las "Fraguas de la fortuna". Yo estaba ya, como se dice, con el pie en el estribo para arribar a estas tierras generosas de América, y ni qué decir tiene cuanto interesante salió  a la superficie en aquel dulce y recogido coloquio.

Porque Costa Figueiras era además un notable escritor y periodista, que mereció por sus libros y sus campañas alabanzas de nuestros mejores críticos, sin olvidar la certera semblanza poética que trazó de su hombría de bien, el poeta Cabanillas. En su tierra publicó y dirigió el quincenario "El Regionalista", en el que riñó rudas campañas contra el caciquismo, defendiendo a hombres vinculados al amor a Galicia como Leonardo Rodríguez y Gerardo Doval, además del ronco y estremecido verbo de Basilio Álvarez.
Sus otros libros "La vida de Dios", "Los agros de Sureda" y "En tierras del Plata", significan otro brillante aporte a nuestras letras. De igual manera tenemos que destacar aquí su libro inédito en nuestra gloriosa lengua "Vermes de luz", conjunto de sentencias o aforismos del que tuve el honor de paladear sus primicias.

Así era el nobilísimo gallego y gran escritor que acabamos de perder. Exaltar sus virtudes democráticas y procurar rehacer y publicar su obra dispersa e inédita sería una gran labor. Pero... desgraciadamente a ello ya no podemos llegar nosotros.

ENVÍO:
A vosotros José, Alfredo y Javier, hijos de tan esclarecido hombre de Galicia. A vosotros que sabéis tanto de mis inquietudes, de mi dolor y de mis ilusiones, que sabéis también de cuán identificados estábamos vuestro padre y yo, van estas líneas. Acogedlas como una oración de fervoroso afecto y rendida admiración a D. José, el hidalgo generoso que tantas bellas horas me hizo pasar en mi breve pero jugosa y encantada estancia en la querida tierra de mis buenos e inolvidables amigos de Chantada.


VILANOVA, A.: Joaquín Costa Figueiras, "Galicia Emigrante", ano 2, nº 15, novembro, 1955, p. 2, 27.

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