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 EL SENTIMIENTO ESPAÑOL EN CAJAL (1652)

D. Alberto Vilanova Rodríguez, licenciado en Filosofía y en Derecho expone en brillantes párrafos, como puede verse en el extracto que damos a continuación, la preocupación patriótica de Ramón y Cajal.

Al hablar del patriotismo de Cajal dice el Profesor Vilanova:

“Si el patriotismo es, como dijo uno de los españoles más eminentes de nuestro siglo, (desgraciadamente mal comprendido por muchos compratiotas), “una predisposición de ánimo que nos obliga a sacrificarnos por nuestros semejantes en aras del bien público”, Ramón y Cajal es la individualidad más egregia y poderosa en ese sentido…


Otro gran español impulsado por idénticos estímulos fue  Joaquín Costa, aunque algunas veces se moviera en ámbitos ideológicos distintos, los embargaba la misma fe y la misma pasión “ensanchar –como decía Floridablanca-, el caletre de los españoles”. En unas cuantas frases genialmente lapidarias dejó Costa programado su plan de regeneración nacional; “hay que europeizar a España”; cerrar con siete llaves el sepulcro del Cid, “escuela y despensa”; “política hidráulica”; “el español debe defender a su patria con los libros en la mano”; para terminar pidiendo un cirujano de hierro que lo llevase a cabo, poseído de la energía de un Bismark y de la austeridad de un San Francisco de Asís. Abrazado a esta bandera, con su voz de fuego recorrió el León de Graus todos los escenarios españoles, clamando infructuosamente por el resurrexit del Lázaro hispano. Cajal siguió un camino más silencioso y didáctico, conocía las miserias de la politiquilla al uso, faltábale la grandilocuencia apocalíptica de Costa y recogido en su Cátedra, en su laboratorio y en sus libros, laboró por España recogido y hasta ascético en sus inquietantes atribulaciones.

Creía Cajal que el problema fundamental de España era de cultura, urgía ante todo cultivar intensamente los yermos de nuestra tierra y de nuestro espíritu, salvando para la civilización y riquezas patrias, todos los ríos que se pierden en el mar y todos los talentos que se esterilizan en la ignorancia.

Crear una ciencia española que nos independizase del extranjero constituye en Cajal una de sus más tenaces prédicas. Así nos lo dice. “La pobreza y la ignorancia van siempre de la mano, por eso el problema cultural de España no se resolverá plenamente, hasta que desaparezca o se atenúe la pobreza rural mediante leyes agrarias niveladoras, y hasta que el sobrante de población de los pueblos de la meseta central, no sea absorbida mediante el fomento de industrias útiles, centrales o periféricas que nos rediman en lo posible de la vergonzosa dependencia del Extranjero”. “Me apena –dice en otra ocasión- la frase fanfarronamente hiperbólica, atribuida a nuestros mayores, de que el sol no se ponía jamás en los dominios de España; porque el desdén o el menosprecio del Extranjero  podrían contestarnos (en realidad se nos ha dicho ya) que, por compensación bochornosa y denigrante, jamás alboreó el sol de la ciencia en nuestros cerebros”…

Censura Cajal, con una crítica no exenta de cierto e intencionado humorismo, la carencia de espíritu de trabajo y la vocación por la prebenda oficial, de los españoles: "El ideal del español de buena parte de la clase media es jubilarse tras breves años de trabajo, y, si es posible, antes de trabajar". "La diferencia entre un inglés y un español –escribe- es, mientras el inglés cree que debe sostener al Estado, el español cree que es el Estado quién debe mantenerlo a él".

... Ser ejemplo en un momento dado, le es dable a muchos hombres según el rango o destino humanos de aquel instante presente. Una facción o una secta, una bandera o una escuela, pueden discernir para su proselitismo o su quehacer, fugaz o permanente, como su figura más heroica o más egregia, a cualquier hombre que apasionado por su voluntad o por su genio, lo lleve al máximum de su jerarquía representativa. Es fácil encontrar en un hombre por preclaro que sea, una falla o una fisura por donde pueda penetrar el estilete de la censura despreciativa. No todos los seres están dotados para el ejercicio de sus tareas anímicas y vitales. Un don que puede ser superabundante en sus manifestaciones, se ve frecuentemente contrarrestado por un oneroso déficit de facultades en muchas de sus funciones esenciales. Pero hombres que resistan el análisis más severo por donde quiera que se le examine, sin que sufra mema o mácula su vida y su obra, son pocos a los que la Historia otorga esta  excelsa y superlativa virtud. La Historia ha magnificado con el patrimonio de esa sabiduría eminente a nuestro Cajal, a este magnífico español cargado de saber y humanidad, en placentera entrega a la España de sus más arraigadas devociones".


VILANOVA, A.: "El sentimiento español de Cajal" revista POSÍO, ARTE Y LETRAS, nº13-24, Ourense, xaneiro-decembro de 1952.

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