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ALBERTO VILANOVA Y LA VUELTA A LAS RAÍCES, La Región (1985)
Alberto Vilanova iba a cumplir los setenta y cinco el próximo cinco de julio. No era viejo, pues, su espíritu era joven, sus ilusiones siempre poderosas. Pero fallaba la víscera cardiaca, paradójicamente en un hombre de buen corazón, en el que latía una íntima frustración desde sus años de Magisterio para pasar, por mor de una guerra civil a la destitución y luego a la enseñanza privada.
Por ello mantenía en pie un desmesurado afán de la investigación, del dato, e la ficha, lector incansable él, buscador de biografías. Le conocí por los años cuarenta en diálogos peripatéticos por la Alameda, refiriendo siempre historias de hombres, historias locales, historias gallegas. Muchas veces historias políticas, él, un azañista devoto y un republicano íntegro. Luego fuimos compañeros en aquella directiva
Un día, por el año cincuenta y cuatro, fue llamado por el Centro Gallego de Buenos Aires aquel profesor de Historia en la Academia Bóveda, en Estudios Galicia para dar unas conferencias. Fue y se quedó allá, para finalizar allí el doctorado y conseguir la cátedra de Historia en la Universidad de Bahía Blanca. Vino a Orense alguna vez, tratando de reencontrar a los viejos amigos, hasta que retornó, jubilado, definitivamente hace cerca de cuatro años.
Cuando estaba ya enfermo, en Bahía Blanca, me escribió hablando de su biblioteca. Se hicieron gestiones, que no fructificaron, para que un organismo oficial subvencionase su traslado. Alberto se vino con ella (siguió la misma trayectoria de Blanco Amor), hasta que, tras nuevas gestiones se la compró la Diputación, una biblioteca que ha sido el resultado de toda una paciente vida dedicada a la investigación histórica, a recoger cientos y cientos de trabajos sobre los gallegos en Hispanoamérica.
Acaba de morir, enfermo del corazón, tras su ingreso en la Residencia Sanitaria y sin acabar la gran ilusión de su vida: El fichero completo de los hombres ilustres de Galicia, fichero que hoy cuenta con unas diez-doce mil fichas y que le ha servido para dotar a la Enciclopedia Gallega de inestimables colaboraciones suyas.
Había nacido en el número 13 de la calle de La Gloria, con balcones a Lamas Carvajal, frente al Liceo. Se bautizó en la iglesia de Santa Eufemia. Y en los últimos momentos de su vida, dos últimas voluntades van a ser cumplidas: que los funerales por su alma se digan en la iglesia donde fue bautizado; que los ramos de flores de su familia lleven unos lazos con la bandera republicana. Su féretro irá cubierto con una bandera gallega, él tan amante siempre de su entrañable Galicia. Y luego, a San Francisco, a reposar en la primera tierra que acoge su cuerpo rechoncho, más bien bajo, de ojos vivos, de pausado hablar.
EMIGRADO
“Los gallegos en la Argentina” es su libro más importante, aparte de otras muchas publicaciones, ensayos, biografías y artículos, tanto en España, como en Galicia y en La Argentina. Alberto Vilanova ha sido otro emigrado que ha retornado a su tierra a morir y cuya obra quedará destinada, muy probablemente, a ser más importante tras su muerte que lo fue en su vida, porque deja un importante acervo para los investigadores sobre la vida y milagros de la emigración gallega en Hispanoamérica, colecciones, recortes, publicaciones y fichas que están esperando la mano del estudioso.
En este momento, el mejor homenaje a su memoria sería el disponer que se proceda a la clasificación, ordenación y catalogación de su biblioteca y de sus fondos. El mejor recuerdo quedará entre tantos que hemos compartido su amistad, la amistad de un hombre que sufrió muchas circunstancias adversas, pero que supo mantenerse en la vida del estudio, de la intimidad, de la recoleta relación humana y que nunca renunció, allá en el fondo de su corazón, un corazón que le había de jugar la última mala pasada, a las más profundas raíces de su tierra, y a las más íntimas convicciones de su espíritu.
ALVARADO: Alberto Vilanova y la vuelta a las raíces, “La Región”, 15 de maio de 1985.