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EL AUTOR Y SU OBRA: Alfonso Vázquez Martínez (1957)
Alfonso Vázquez Martínez: “El abad de Valladares, D. Juan Rosendo Arias Enríquez” (Orense, 1956) por ALBERTO VILANOVA
Hablar del doctor Vázquez Martínez es mentar una de las personalidades más dinámicas de la cultura gallega. Su inquietud espiritual, su bullicioso quehacer, su capacidad de trabajo, producen asombro en todos cuantos siguen atentos su manera única en concebir proyectos, arbitrar soluciones y encarar problemas en los más diversos ángulos de nuestro acontecer cultural.
Catedrático de geografía e historia, y director del Instituto de Enseñanza Media de Orense; secretario de la importante y prestigiosa agrupación Posío –Arte y Letras; directivo de la Filarmónica; miembro de la Comisión de Monumentos y de tantas y tantas otras
Hablar del doctor Vázquez Martínez es mentar una de las personalidades más dinámicas de la cultura gallega. Su inquietud espiritual, su bullicioso quehacer, su capacidad de trabajo, producen asombro en todos cuantos siguen atentos su manera única en concebir proyectos, arbitrar soluciones y encarar problemas en los más diversos ángulos de nuestro acontecer cultural.
Catedrático de geografía e historia, y director del Instituto de Enseñanza Media de Orense; secretario de la importante y prestigiosa agrupación Posío –Arte y Letras; directivo de la Filarmónica; miembro de la Comisión de Monumentos y de tantas y tantas otras
instituciones orensanas, para todas ellas tiene su voluntad y su entusiasmo, claras y manifiestas actividades fecundas.
Al lado de estas absorbentes atenciones, aún le quedan horas para dedicarse a la investigación y a la producción. De una manera sintética es preciso citar algunas de sus publicaciones. Buen paleógrafo y diplomata, ha publicado una interesante relación de los documentos medievales que se custodian en el archivo de la Universidad Compostelana; ha realizado idéntico estudio en los fondos documentales del Vaticano, que dio su fruto en su magnífica tesis doctoral: La Hacanea y el Censo de España y Nápoles en el Vaticano, mereciendo el premio extraordinario en el doctorado; sus trabajos folclóricos sobre la pesca de la trucha en Arbo (Pontevedra), su pueblo natal, y sobre las emigraciones periódicas y transitorias de los segadores gallegos; sus conferencias sobre el pintor orensano Ramón Parada Justel y sobre el teatro de Lope de Vega con relación a Galicia, amén de gran número de artículos periodísticos, dicen abundantemente cuánta es la laboriosidad y el espíritu de este distinguido profesor gallego.
Ahora acaba de publicar su monografía sobre el Abad de Valladares, origen de estas líneas mías. Y en verdad, bien merece un comentario, no sólo por su calidad intrínseca, sino también por una serie de consideraciones que despierta tan oportuna edición.
Porque, evidentemente, sobre la Guerra de Independencia en Galicia, existe copiosa y densa bibliografía. Bastaría citar desde el ya clásico libro del enigmático presbítero liberal Manuel Pardo de Andrade: Los guerrilleros gallegos en 1809, publicado por el erudito astorgano Martínez Salazar, a quien tanto debe la cultura gallega, al más reciente de este mismo benemérito editor: De la Guerra de Independencia en Galicia, publicado por el Centro Gallego de Buenos Aires (1953), pasando por el pintoresco librillo de José Fernández Neira: Proeza de Galicia, explicadas bajo la conversación rústica de los compadres Chinto y Mingote (1813 y 1893), sin olvidar los meritísimos trabajos de Legísima, Tenreiro, Rodríguez Elías, Tettamancy, Carré Aldao y algunos más.
Sin embargo, al enfocar con escrupulosidad este problema histórico, aparecen claramente dos inevitables objeciones. La primera es que en los libros de texto usuales en el oficialismo profesoral de la historia de España, la gesta gallega en la lucha contra las fuerzas napoleónicas tiene un pálido e insignificante reflejo, en cuanto a la acción militar de los gallegos se refiere. Acciones de guerra tan importantes como la del puente Sampayo y Elviña; guerrilleros como el biografiado por el doctor Vázquez Martínez; acontecimientos como la toma de Vigo, el sitio de Tui, etc. No consumen en las historias españolas más allá de una línea, reservándose todos los ditirambos para las otras campañas españolas. Y eso que las únicas fuerzas marciales de la Península que merecieron una mención especialísima, altisonante y laudatoria del mariscal Wellington, fueron las sufridas y heroicas tropas formadas por hijos de nuestra Tierra. Pero… dicho aunque sea de pasada, sin que nos conmueva exacerbadamente las glorias castrenses, tenemos que deplorar que en las historias españolas estén omitidos totalmente los hechos y los hombres que a Galicia se refieren. Omisión perpetrada también, con inexplicable ignorancia, cuando se señala el aporte de las Españas al concierto cultural.
La segunda objeción va preferentemente dirigida a la falta de minuciosos estudios monográficos dedicados a específicos episodios gallegos de aquella contienda. Por ejemplo, es fácil notar la carencia de trabajos encaminados a esclarecer y narrar asuntos tan interesantes como el del Batallón Literario, los afrancesados gallegos, la Junta Superior de Galicia, la actuación de los diputados galaicos en las Cortes de Cádiz, unas completas semblanzas biográficas de nuestros guerrilleros y generales, etc., etc.
En este último aspecto, la obra del doctor Vázquez Martínez cumple con un deber a todas luces plausible. De ahí que registremos hoy su aparición con franco alborozo. Al lado de los Cachamuiña, Piñeiro Solveria, Pispieiro y Araujo, el Abad de Casayo y su hermano Juan de Quiroga y Uría, nuestro Abad de Valladares estaba exigiendo un meditado ensayo sobre su vida y sus proezas en la lucha contra el invasor francés.
El profesor Alfonso Vázquez Martínez acometió este trabajo. Su especial cariño para tratar estos temas, como ya lo demostró estudiando al también famoso abad de Couto, don Mauricio Troncoso de Sotomayor, y la contribución de los Xefes de Alarma en la Guerra de la Independencia en Galicia, lo acreditaban con serias disposiciones para la confección del referido estudio.
Después de un bello preámbulo, dedicado a exaltar, sin exclusiones, toda la epopeya española de aquellos días, inicia su biografía con el nacimiento y las distintas vicisitudes de Arias Enríquez en su carrera sacerdotal; perfila con claridad sus correrías militares, y singularmente su actuación en el sitio de la plaza de Vigo, y termina aclarando su condición de canónigo en la Catedral de Santiago y su muerte.
Utiliza para este trabajo –como persona erudita que es- documentos inéditos y oficiales, de indiscutible autenticidad, sin que decaiga por ello la sustancialidad y la factura literaria de su escrito. Ameno y jugoso, preciso y objetivo, ágil y revelador, constituye esta monografía del doctor Vázquez Martínez un modelo en su género. Mucho nos agradaría que el culto catedrático gallego abordase alguno de los temas gallegos ya citados, para esclarecimiento y acrecentamiento del campo histórico de Galicia.
¡Ánimo, pues, amigo Alfonso! Desgraciadamente, la historia de Galicia, hasta ahora tan maltratada, merece nuestros esfuerzos en una campaña de dignificación y exaltación. Y yo sé que el esfuerzo de tu mente y el caudal de tu trabajo no le han de faltar. Por ello mi felicitación y mi anticipado elogio.
VILANOVA, Alberto, Revista Lar, Buenos Aires, (marzo de 1957)
Al lado de estas absorbentes atenciones, aún le quedan horas para dedicarse a la investigación y a la producción. De una manera sintética es preciso citar algunas de sus publicaciones. Buen paleógrafo y diplomata, ha publicado una interesante relación de los documentos medievales que se custodian en el archivo de la Universidad Compostelana; ha realizado idéntico estudio en los fondos documentales del Vaticano, que dio su fruto en su magnífica tesis doctoral: La Hacanea y el Censo de España y Nápoles en el Vaticano, mereciendo el premio extraordinario en el doctorado; sus trabajos folclóricos sobre la pesca de la trucha en Arbo (Pontevedra), su pueblo natal, y sobre las emigraciones periódicas y transitorias de los segadores gallegos; sus conferencias sobre el pintor orensano Ramón Parada Justel y sobre el teatro de Lope de Vega con relación a Galicia, amén de gran número de artículos periodísticos, dicen abundantemente cuánta es la laboriosidad y el espíritu de este distinguido profesor gallego.
Ahora acaba de publicar su monografía sobre el Abad de Valladares, origen de estas líneas mías. Y en verdad, bien merece un comentario, no sólo por su calidad intrínseca, sino también por una serie de consideraciones que despierta tan oportuna edición.
Porque, evidentemente, sobre la Guerra de Independencia en Galicia, existe copiosa y densa bibliografía. Bastaría citar desde el ya clásico libro del enigmático presbítero liberal Manuel Pardo de Andrade: Los guerrilleros gallegos en 1809, publicado por el erudito astorgano Martínez Salazar, a quien tanto debe la cultura gallega, al más reciente de este mismo benemérito editor: De la Guerra de Independencia en Galicia, publicado por el Centro Gallego de Buenos Aires (1953), pasando por el pintoresco librillo de José Fernández Neira: Proeza de Galicia, explicadas bajo la conversación rústica de los compadres Chinto y Mingote (1813 y 1893), sin olvidar los meritísimos trabajos de Legísima, Tenreiro, Rodríguez Elías, Tettamancy, Carré Aldao y algunos más.
Sin embargo, al enfocar con escrupulosidad este problema histórico, aparecen claramente dos inevitables objeciones. La primera es que en los libros de texto usuales en el oficialismo profesoral de la historia de España, la gesta gallega en la lucha contra las fuerzas napoleónicas tiene un pálido e insignificante reflejo, en cuanto a la acción militar de los gallegos se refiere. Acciones de guerra tan importantes como la del puente Sampayo y Elviña; guerrilleros como el biografiado por el doctor Vázquez Martínez; acontecimientos como la toma de Vigo, el sitio de Tui, etc. No consumen en las historias españolas más allá de una línea, reservándose todos los ditirambos para las otras campañas españolas. Y eso que las únicas fuerzas marciales de la Península que merecieron una mención especialísima, altisonante y laudatoria del mariscal Wellington, fueron las sufridas y heroicas tropas formadas por hijos de nuestra Tierra. Pero… dicho aunque sea de pasada, sin que nos conmueva exacerbadamente las glorias castrenses, tenemos que deplorar que en las historias españolas estén omitidos totalmente los hechos y los hombres que a Galicia se refieren. Omisión perpetrada también, con inexplicable ignorancia, cuando se señala el aporte de las Españas al concierto cultural.
La segunda objeción va preferentemente dirigida a la falta de minuciosos estudios monográficos dedicados a específicos episodios gallegos de aquella contienda. Por ejemplo, es fácil notar la carencia de trabajos encaminados a esclarecer y narrar asuntos tan interesantes como el del Batallón Literario, los afrancesados gallegos, la Junta Superior de Galicia, la actuación de los diputados galaicos en las Cortes de Cádiz, unas completas semblanzas biográficas de nuestros guerrilleros y generales, etc., etc.
En este último aspecto, la obra del doctor Vázquez Martínez cumple con un deber a todas luces plausible. De ahí que registremos hoy su aparición con franco alborozo. Al lado de los Cachamuiña, Piñeiro Solveria, Pispieiro y Araujo, el Abad de Casayo y su hermano Juan de Quiroga y Uría, nuestro Abad de Valladares estaba exigiendo un meditado ensayo sobre su vida y sus proezas en la lucha contra el invasor francés.
El profesor Alfonso Vázquez Martínez acometió este trabajo. Su especial cariño para tratar estos temas, como ya lo demostró estudiando al también famoso abad de Couto, don Mauricio Troncoso de Sotomayor, y la contribución de los Xefes de Alarma en la Guerra de la Independencia en Galicia, lo acreditaban con serias disposiciones para la confección del referido estudio.
Después de un bello preámbulo, dedicado a exaltar, sin exclusiones, toda la epopeya española de aquellos días, inicia su biografía con el nacimiento y las distintas vicisitudes de Arias Enríquez en su carrera sacerdotal; perfila con claridad sus correrías militares, y singularmente su actuación en el sitio de la plaza de Vigo, y termina aclarando su condición de canónigo en la Catedral de Santiago y su muerte.
Utiliza para este trabajo –como persona erudita que es- documentos inéditos y oficiales, de indiscutible autenticidad, sin que decaiga por ello la sustancialidad y la factura literaria de su escrito. Ameno y jugoso, preciso y objetivo, ágil y revelador, constituye esta monografía del doctor Vázquez Martínez un modelo en su género. Mucho nos agradaría que el culto catedrático gallego abordase alguno de los temas gallegos ya citados, para esclarecimiento y acrecentamiento del campo histórico de Galicia.
¡Ánimo, pues, amigo Alfonso! Desgraciadamente, la historia de Galicia, hasta ahora tan maltratada, merece nuestros esfuerzos en una campaña de dignificación y exaltación. Y yo sé que el esfuerzo de tu mente y el caudal de tu trabajo no le han de faltar. Por ello mi felicitación y mi anticipado elogio.
VILANOVA, Alberto, Revista Lar, Buenos Aires, (marzo de 1957)
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