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 NUESTROS VALORES INTELECTUALES, ALBERTO VILANOVA

Alberto Vilanova
Lo he escuchado, y por ello no puedo substraerme a la satisfacción que me ha causado al observar la facilidad con que exhumaba a nuestros valores intelectuales ya desaparecidos y que muy pocos se acuerdan de ellos; en efecto, nos hacía falta quien con la maestría que lo sabe hacer nuestro visitante, nos abriera las hojas de la historia, para beber en ella algo que nos honra y que ignorábamos.

Lo tenemos entre nosotros hace muy poco tiempo, es un valor indiscutible que no solo honra a nuestra estirpe sino aún más a nuestra región que sea por las condiciones telúricas, sea por las ambientales o de otro orden, Galicia las ha dado a raudales, y cada uno de

acuerdo a sus condiciones y a su interpretación de la vida, se han convertido en precursores porque llevan incrustado en lo más íntimo de su ser, un nuevo sistema de vida social, más racional y más de acuerdo a nuestras condiciones físico-sociales. Sus puntos de vista son los que nadie debe ignorar los frutos de la sana cultura, su asimilación y sus conceptos para que una vez posesionados poder barrer del ambiente todo concepto que por no consultar las necesidades de los pueblos, vayan quedando al margen de la vida social actual. Se trata de un espíritu inquieto, que hurgando en los más recónditos estamentos de la historia, ha traído a nuestro conocimiento infinidad de valores espirituales que descansan unos, en tierras extrañas, otros cubiertos por la sombra de una reacción que en todos los tiempos su mayor preocupación fue la de que se ignoraran las bellezas de la vida física, y lo mismo las de orden moral y científico, pongamos por caso Pardo de Cela en Mondoñedo, Servet en Aragón, Galileo y Giordano Bruno en Italia, entre tantos y tantos que en todas partes del mundo por enseñar lo que hoy se enseña en los colegios y universidades sin que por ello tenga que quemarse a nadie en las plazas públicas, como se hizo tantas veces en tiempos pasados cuando sólo espíritus privilegiados conocían las maravillas de lo infinito. Aquellos tiempos han pasado, pero la historia se ha escrito con aquellos horrendos crímenes que, en nombre de un ser imaginable, ha dejado como recuerdo que el hombre era y aún es en cierta medida el lobo del hombre. Nosotros los gallegos, hemos tenido a muchos precursores que por haber enseñado al pueblo algunos de sus derechos, han tenido que entregar su vida a los sicarios de la fusilería, otros han tenido que enmudecer ahogando sus nobles sentimientos, y los más han tomado el amargo camino del destierro, enriqueciendo en la mayoría de los casos a otros pueblos que tenían del derecho de gentes un concepto más humano.

Nuestros valores espirituales en cualquier orden  que se observan, hacen cátedra universal, y pena da observar los viejos caserones españoles vacíos, en los que las telarañas hacen su nido, atrás de  los crucifijos que arrastran enclenques universitarios sin vocación, cargados de prejuicios, ex alumnos de los conventos que no han hecho otra cosa que excederse en poner una venda al progreso español en todos los órdenes.
El caso que comentamos y que ha surgido de un ciclo de conferencias dado por el Dr. Alberto Vilanova, entendemos es de lo más significativo, por la profundidad de su tema, ya que su profundo conocimiento sobre los valores gallegos que ha exhumado sin omitir detalles, lo colocan como a un investigador interesado en hacer conocer a la presente generación que sólo por la cultura y la libertad, se emanciparán los hombres.
Por eso él que es gallego, y que ha medido palmo a palmo el área geográfica, vio que no se puede resolver dentro de sus límites de carácter universal porque entendió que Galicia es muy chica para un problema de tanta magnitud.

Como historiador de la historia de Galicia, ha dejado un ejemplo que los que hemos tenido la suerte de oírlo, no debemos olvidarlo.

S. Gallego: Galicia.
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