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 GALLEGOS OLVIDADOS, por COUCE DOCE ALFONSO (1984)

Don Emilio González López, profesor de la Universidad de Nueva York, escribió recientemente que uno de los libros fundamentales para el conocimiento de la labor de nuestros paisanos en la Argentina era la obra (1468 páginas en dos tomos) “Los gallegos en la Argentina, del orensano Alberto Vilanova, “profesor de una universidad argentina”. Este monumental libro fue publicado por el Centro Gallego de Buenos Aires y la edición que yo tengo es del año 1966, con prólogo de don Claudio Sánchez Albornoz, que califica de “magnífica y erudita empresa esta historia de la colonización galaica de España en América”, y don Claudio, como saben, nunca fue pródigo en calificativos, si éstos no eran merecidos.


Adquirí la obra de Vilanova en una librería gallega cuando el señor Fraga era ministro de Información y Turismo y se preocupaba de autorizar y promover estas importaciones culturales.

Lo curioso del caso es que Alberto Vilanova Rodríguez, licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras y profesor de varias universidades argentinas, regresó a Galicia a principios del año 1982 y, a pesar del segundo –o quizá tercero- “rexurdimento”, poco, o casi nada, se habló de la vida y obra de tan eximio escritor e investigador, ni en las páginas culturales de los periódicos ni en las revistas, notándose  la ausencia de sus libros en los anaqueles de las librerías.

Por eso me alegró el elogio que hizo Emilio González de la obra de su coetáneo, y además, me da pie para hacer referencia a la extraordinaria biografía del poeta de Celanova de la que es autor Alberto Vilanova: “Vida y obra de Manuel Curros Enríquez" (Ediciones Galicia, Buenos Aires, 1953), que compré al mismo tiempo que los dos tomos ya citados y cuya máxima, hecha versos por el poeta de varonil entereza, adopté como lema: “onde haia virtude, honrade/ onde haia vicio, feride”. La biografía de Curros la leí a poco de salir de la imprenta por haberla recibido mi admirado y fraternal amigo Francisco José Rodríguez Dopico, amigo de Vilanova, quien le envió la obra.

Francisco José tenía una librería de compra-venta de libros, al final de la calle Canalejas, y leía constantemente, hacía traducciones en varios idiomas y también conocía todos los recovecos históricos del siglo XIX y del XX. Me enseñó el libro de Vilanova con orgullo y emoción y lo comentó en todos sus aspectos, y aunque era un hombre que había sufrido mucho tenía, no obstante, un gran sentido del humor y una sensibilidad a flor de piel y recuerdo que, para hacer hincapié en la labor investigadora de Vilanova, me leyó, en la página 233-234, un trozo de una carta inédita de Curros a su hermana Ramona, de Mellid, que vale la pena reproducir en parte: “Querida hermana: a su debido tiempo he recibido tu atenta carta, en la cual enviabas un plano de la carretera de Mellid a Santiso, cosa que me hizo reír mucho, porque interpretaste mal lo que yo te decía en mi anterior, creyendo que al pedir que me mandaras esas tierras, esas montañas y ese cielo, me refería a un plano topográfico. No, querida Ramona; no era eso lo que quería decirte, sino que, como tú me preguntabas qué quería que mandases con la prueba de los chorizos, yo, para indicarte que necesitaba nada más que mi patria, te decía que me mandases esas montañas, esas carballeiras y esas flores, como quien dice “esa Galicia”, porque eso es lo que me hace falta y lo que necesito… Pero tú entendiste la petición al pie de la letra y en la imposibilidad de mandarme un vapor cargado de flores, de montañas, de ríos y de corredoiras, me mandaste un plano”.

Cuando mi amigo terminó el comentario del texto, mostró una entusiasta y, al mismo tiempo, desgarradora ilusión por dar un abrazo algún día a su admirado Vilanova, con quien se había carteado, pero su intención no pudo cumplirse porque Rodríguez Dopico, hace ahora cinco años –se cumplen el 29 de este mes- emprendía el viaje sin retorno, dejándonos el recuerdo de sus andanzas políticas, su sapiencia, su rebeldía frente a la injusticia, su estoicismo ante la adversidad y sobre todo, su lealtad al amigo y su gran honradez.

COUCE DOCE, Alfonso: “Gallegos olvidados”, en “Colaboración” de El Ideal Gallego, 16 de septiembre de 1984.
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