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 WALDO ÁLVAREZ (1957)

Al igual que Bernardo Rodríguez nació en el municipio de La Estrada (Pontevedra). Así como no hay duda acerca del lugar de su nacimiento, ya no ocurre lo mismo en lo que a la fecha se refiere, pues mientras unos lo sitúan en 1856, los más lo hacen en junio de 1858, y su hubiéramos de sujetarnos a una carta del propio Waldo tendríamos que aceptar la de 1860. Esperamos sin embargo que muy pronto quedará esclarecida esta duda, como resultado de gestiones que hemos iniciado estos días. 

Hizo sus estudios de enseñanza superior en Compostela, en donde cursó el bachillerato, teniendo entre sus más distinguidos condiscípulos a Alfredo Brañas, con el que le unió siempre una fraternal amistad. Por esta época empezó a hacer sus primeras armas literarias en "Revista Galaica" de Ferrol que dirigía Vicetto y en "Heraldo Gallego" de Orense que dirigía Lamas Carvajal.


Siendo estudiante fundó en Compostela un periódico, titulado "El Vampiro", del que no salieron más que 6 números, pero que por lo atrevido de los temas que encaraba, así como por el cáustico humorismo de que hacía alarde, tuvo tan famosa como efímera vida. Menos afortunado, fue aun con sus colaboraciones en el periódico también compostelano "Gaceta de Galicia", que por las ruidosas campañas que riñó entonces contra la política de la Restauración, se vio precisado a emigrar a Cuba allá por el año 1877. 

Ya en la Habana, se licenció en su Universidad en la carrera de Derecho, y aquí fundó "El Eco de Galicia", que salió el primer número el 8 de marzo de 1878, siendo el primer periódico gallego que se publicó en América, cesando su publicación a primeros de de 1881, para reaparecer en julio de 1882 hasta el 29 de diciembre de 1900 en que cesó definitivamente su impresión. En este periódico llevó a cabo importantes iniciativas y reñidas polémicas. Son famosas, entre otras, la dirigida contra el "Círculo de Hacendados" de la Habana al pretender importar a Cuba los gallegos en unas condiciones de verdadera esclavitud; la encaminada cerca de los albaceas del filántropo gallego Fernando Blanco de Lema, para que se cumpliese su testamento, consiguiendo la construcción del hermoso edificio del Colegio-Instituto de Cee (Coruña), por lo que el municipio de este pueblo le nombró "hijo adoptivo". Ninguna tuvo el alcance y el resonante éxito de la señalada en su artículo del 12 de octubre de 1879 invitando a los gallegos a constituir un Ateneo galaico, y que reunidos el 23 de noviembre, surgió de este cambio de impresiones la creación del actual y poderoso Centro Gallego de la Habana. Entre sus controversias fue famosa la que sostuvo con Curros, y de la cual hablamos en nuestro libro dedicado al inmortal poeta, y en la cual creemos que Curros se excedió en el ataque al hacer a Insua blanco de duras iras. Waldo que era un hombre potencialmente bueno, nunca guardó rencor ni por éste ni por otros ataques que tuvo que soportar. El mismo en un artículo publicado en 1930 hacía esta generosa declaración: "Mi corazón está lleno de perdones y de oraciones para cuantos, por no comprenderme, me hirieron". 
En la Habana ocupó distinguidos cargos, como vicepresidente del Centro Gallego y su primer "socio de mérito"; secretario de la S. de Beneficencia de Naturales de Galicia y tesorero de la Sociedad de Escritores de la capital. Son de destacar también su gestión a favor de Rosalía por el año 1883, que se hallaba enferma y en difícil situación económica, consiguiendo una importante suscripción que le fue rápidamente remitida a Padrón, y que vino a fortalecer los lazos de amistad que unieron siempre a Murguía con Insua. 

Cuando García de la Riega lanzó sus tesis de Colón pontevedrés la pluma de Insua fue de las más tenaces en defenderla, y en cuya pelea había de tener tan dignos seguidores en Horta Zas y Marcote.

A Galicia vino con su esposa e hijos en diversas ocasiones, radicándose finalmente en Madrid. De muchas de las incidencias de sus viajes, queda una tierna impresión en las Memorias publicadas por su hijo el célebre novelista Alberto Insua. En España fue requerido para ocupar distinguidos puestos, entre los que conviene destacar el de presidente de los Juegos Florales de La Coruña en 1891; presidente de la "Liga Gallega" de la misma capital en 1898; vicepresidente de la Sección de Economía Política en el Congreso Hispano-Americano celebrado en Madrid, por iniciativa del ilustre político gallego Canalejas; secretario del Centro Gallego en 1900, etc.
Además de su profusa colaboración en diarios y revistas, dejó publicadas varias obras, como "Aires da miña Terra" (Habana, 1883), que es un verdadero panegírico de la obra poética de Curros; "Galicia contemporánea" (Habana, 1889), impresiones de viajes; "Ecos de mi patria", colección de artículos y publicada por la "Biblioteca Gallega" de la Coruña en 1891; "La boca de la esfinge" (Madrid, 1910), selección de ensayos en torno al sentimiento y a la filosofía, y en donde están mejor expresadas las ideas avanzadas de Waldo. Son también interesantes las que llevan por título: "El problema cubano"; "La pena de muerte"; "La prueba de testigos"; "La emigración"; "Últimos días de España en Cuba"; "Alma nueva";"Deseada"; "Vida truncada"; "Cinematógrafo nacional" y "El milagro". 

Consagrado en un todo a la causa sagrada de Galicia, fueron sobre todo famosas sus conferencias en el Ateneo de Madrid sobre literatura gallega, y su actividad en la gesta regionalista, llegando a ser considerado con Murguía y Brañas, la trilogía fundamental de aquel movimiento. 

Sus últimos años los pasó en Madrid, sin fuerzas más que para asistir al mundo de esperanzas que por aquellos años era nuestra Tierra, pero también para contemplar con espanto los horrores de una Guerra Civil que enterraba también aquellas legítimas esperanzas, muriendo en la sufrida y heroica capital de España el 10 de agosto de 1938.

VILANOVA, A.: Waldo Álvarez Insua, "Galicia Emigrante", ano 4, nº 26, xaneiro-febreiro 1957, p. 6, 37.

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